septiembre 01, 2014

De oscuridad y soledad a paz y luz

Existen aquellos momentos en los que la desesperación puede tomar el control de lo que creías sencillo; hay otros momentos en que por más que lo vivas, siempre hay cierta debilidad en la naturaleza conflictiva de las emociones y la razón; existen esos que simplemente te brindan la paz de un beso o una caricia acompañada de su mirada perfecta. Pero sin duda, los mejores y más valiosos momentos son los que emergen de lo más profundo del alma y persisten a través del tiempo, dejando un legado y una huella permanente, tallada en piedra de lo que realmente fue, es y será.

Comprendo que la complejidad de la mente humana combinada con su humanidad, perforan la más grande duda y confieren un poder de la duda el miedo o de la ambición y del hambre. Comprendo que cada uno de nosotros tiene un potencial, pero son realmente pocos los que nos atrevemos a dejar de ser parte del rebaño y trabajamos para crear un estilo de pensar y trabajar que nos permitan hacer prevalecer nuestros ideales, valores, sueños y ambiciones para forjar lo que en nuestros sueños vemos posible. Pero sin duda, soñar no sería nada si no tuviéramos el potencial de alcanzar lo que nos proponemos.

Personalmente, no concibo esta nueva vida que he decidido emprender, ya que la comodidad de esa zona tan temida me tenía en algunos laureles de visión, sin embargo día a día, noche tras noche, momento tras momento que miro a mi alrededor y me percato de lo que he logrado, que es el cimiento de lo que hace años imaginé y que faltarían muchos más para vivirlo, es sólo una parte de lo que me impulsa para seguir luchando, seguir esforzándome a pesar de la frustración y los obstáculos que enfrento, porque aunque en el momento no logró percibirlo, son esos obstáculos y sentimientos e ideas rancias que me recuerdan, cuando hay paz, que mi capacidad y ambición por ser mejor, por alcanzar lo que pocos se atreven a buscar, es parte de mi naturaleza, de mi ser y de lo que quiero dejar atrás, como huella tallada en piedra y no como palabras viajando en los suspiros de los sueños que otros no se atrevieron a perseguir.

No sé si coincidas conmigo, no pretendo hacerte cambiar de opinión, no sé desde cuando me lees o si realmente lo haces, ya que esta es una de mis válvulas de escape cuando no logro conciliar ideas, sentimientos, situaciones y escenarios, pero de lo que si estoy segura, es que no soy la única en sentirse así al perseguir mis sueños, no soy la única que ha decidido arriesgarse y saltar al vacío para alcanzar lo que todos sueñan pero no logran. Y es así como concibo que estos momentos, de soledad y oscuridad, se convierten en momentos de paz y luz dentro de mí para un nuevo día.

Me declaré hace tiempo una mujer nueva, y día a día, noche tras noche, momento a momento es que recuerdo haber volado en manos desconocidas y similares a mí, recuerdo haber enfrentado los fantasmas que ni siquiera sabía que existían dentro de mí, recuerdo que la mujer que miro en el espejo es la mujer quiero ser.

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