A ti, una de mis razones para escribir, la primera manifestación de creación en esta vida, el sentimiento más poderoso de la Tierra, esta carta es para ti. Te personifico para dedicarte estas palabras, aunque seas interpretado de diferentes maneras.
A lo largo de la vida has sido cruel y bondadoso, te has escondido entre miradas o has sido gritado a los vientos; has sido manipulado y olvidado, has sido razón para levantarse una vez que alguien ha caído, has sido parte de mi inspiración y has guiado mis decisiones. Has sido motivación para libros, historias, cuentos y aventuras; películas, novelas, recuerdos y regalos; eres una maravillosa sorpresa cuando te han dejado de buscar; eres exiliado por dolor, sufrimiento, traición, soledad o mentiras.
Admiro tu perseverancia, nadie tiene la fortaleza como para seguir enfrentando caídas y abandonos; admiro tu entrega y todas tus facetas; no discriminas, no juzgas, perdonas y sigues, no eres envidioso o egoísta, confías y vuelves a confiar. Tienes una increíble manera de sanarte a ti mismo, erguir la mirada, y volver a dar ese primer paso para encontrar de nuevo tu historia entre manos y esperanzas.
¿Eres acaso eterno? ¿Inmune? Invencible y cómplice no me queda duda, las adversidades te pueden tomar desapercibido y si ella, tan lógica logra engañarte, no tienes orgullo y aceptas la derrota; ahí es cuando llega tu momento, y tu ciclo se renueva.
Tu manera de mezclarte entre la gente, crear alegría y empatía entre dos personas, entre multitudes, entre países, es un poder incomparable; la controversia que generas por ser a veces incomprendido, derriba barreras y presenta retos para aquellos que no te han conocido del todo, o que incluso, no te han conocido.
Quiero agradecerte, porque tu existencia ha creado la mía, has sido razón para vivir experiencias que me han dejado aprendizajes y memorias, eres un ejemplo de vida y compromiso, has sido un compañero fiel en soledad y compañía, eres mi guía y consuelo, mi cómplice y complemento; eres mi reflejo, mi sombra; eres mi pasado, mi presente y mi futuro.
Espero que estas palabras, no sólo las tomes de mi parte, tómalas de todas las personas que han sido, son y serán, por aquellos que están por llegar y por aquellos que se han despedido; tómalas por aquellos a quienes has acompañado, por aquellos que no han podido conocerte, los que te han abandonado y los que estás por conocer; todos y cada uno de nosotros somos tu existencia y tu razón; somos tu eternidad, tu tiempo y tu espacio; somos tu melodía, tus letras, tus notas e instrumentos; somos tu manifestación, tu olvido y tus ciclos; somos tu ser y no ser; somos tu luz y tu oscuridad; somos tu más profundo secreto, tu energía, tu calidez y tu entereza; somos tu voz, tus lágrimas, tu risa y tu tristeza. Somos tu vida y tu muerte; somos tus voceros, tus mensajeros.
Son curiosas tus representaciones en este mundo, y es que no hemos sido capaces de darte una verdadera forma y figura a pesar de tu inmensa esencia, por lo que lo más pequeño o lo más grande son prueba de que seguimos en aquella búsqueda para que un día sin más, sea el primero de una eterna y completa vida. Vida que a veces se encierra en un abrazo, en palabras de aliento, en sonrisas, en flores, en besos, en sombras, en caricias, en sorpresas, en seres vivos. Mientras tanto, nos hemos de conformar con las figuras geométricas y tu compañero Cupido, para que un día seas simplemente como hasta ahora y sigas siendo esa mística perfección imperfecta en esta vida y en todas las que siguen.
Amor, lee esta carta, eres razón para aumentar mis palabras en este espacio y en esta vida. Gracias.