marzo 06, 2011

Fairytale Prince

Como mujeres, hemos buscado al "príncipe azul" de nuestras vidas, que nos quiera, que nos ame, respete, consienta, cuide y haga de nosotras, una princesa reina de la tierra más preciada: su corazón.

Esa búsqueda, nos lleva a besar muchos sapos... y no necesariamente que uno de ellos esté embrujado y que al besarlo, rompamos el hechizo, pero es una prueba en la perseverancia, las ganas de hacernos sentir únicas son cosas que no cualquier chico aprecia, hasta que encontremos al correcto.

En ese camino, hay batallas que es inevitable no vivir, batallas en las que las decisiones de una espada como defensa o simplemente un beso de despedida son los finales de batallas que dejan una herida de guerra sin terminar.

Pero... ¿qué ocurre cuando al elegir la espada, vences y después de un tiempo, te das cuenta que realmente no era una batalla a enfrentar sola? Así es, la espada al final no era el arma a elegir, sino sus brazos, la confianza y el amor debieron ser tu decisión para no sólo vencer los fantasmas del ejército enemigo, sino los internos también... y que el miedo que influyo para elegir la espada, era una prueba que no supiste enfrentar y por lo tanto perdiste. Es una situación que no creías ibas a vivir.

Darte cuenta a veces pudiera ser tarde, pero aún así, te arrancas la falda del vestido de princesa, te colocas una armadura, y te conviertes en el príncipe de tu cuento de hadas, para rescatar a tu príncipe azul que en una torre se encuentra atrapado, y que un dragón es solamente la punta del iceberg que vas a tener que enfrentar... claro, pero me estoy adelantando.

En ese camino para rescatar a tu príncipe, no sólo estás tratando de rescatarlo, sino también rescatar lo que te hacía sentir una verdadera princesa e incluso reina en algunas ocasiones.

La batalla que pudiera parecer la más letal ha llegado, desenvainas la espada, luchas fervientemente contra el dragón y vences. Haz rescatado a tu príncipe... pero al estar tanto tiempo encarcelado en esa fría y solitaria torre, te das cuenta que no sólo había que matar al dragón, sino hacer desaparecer los fantasmas de la despedida anterior.

El tiempo pudo haber ayudado al príncipe a cerrar un poco esas heridas, pero tú, al haber cambiado de princesa a príncipe te causa conflictos en los que sabes que quieres lucir de nuevo ese hermoso vestido para brindar calidez y cariño a tu príncipe, sin embargo debes seguir portando la armadura, para protegerte y no sentir ese miedo por terminar encerrada en otra torre con miles de trampas cuidando no te escapes.

¿Cómo enfrentas los fantasmas que ocasionaste como princesa? ¿Qué hacer si realmente fuiste hecha para ser una princesa y no el príncipe? ¿Cómo actuar ante situaciones que sabes no deberías estar viviendo? Lo único que te hace seguir vistiendo esa armadura, es la esperanza de ser de nuevo la princesa que eras, su princesa por la cual él hubiera dado todo, hasta su vida.

¿Qué hacer: seguir luchando, recibiendo golpes, considerando que esto es sólo un entrenamiento para la batalla final? O, ¿darte por vencida pensando en el "hubiera" y seguir buscando al príncipe que no permita que los papeles se intercambien por malas decisiones?

En este cuento de hadas que cada una vivimos día a día, cada página escrita son las decisiones tomadas... sabiendo lo que queremos, el punto es elegir el camino correcto, teniendo en cuenta que aunque tuviste la fortuna de encontrar un retorno en el camino tomado, no puedes estar segura que en la siguiente senda haya otro.

Tal vez hay que seguir luchando contra toda esta oscuridad e incertidumbre para ver el paisaje completo, lleno de luz y vida al final.