mayo 19, 2014

Inicios y finales

Por más que le doy vueltas a cómo iniciar este post, más se me complica, así que se los comparto con la misma complejidad y sencillez que mi mente la procesa y mi corazón la asimila.

Hay tantas razones para iniciar una historia de amor, así como terminarla y es ahí cuando entran en juego una o mil variables: inseguridades, pasado, amigos, familia, enfermedades, cuentas pendientes, distancia, tiempo, disposición... y así puedo seguir con la lista, pero ésta puede alargarse tanto como tu mente quiera hacerla.

¿A dónde voy con todo esto? Ok, si, empiezo a darle muchas vueltas, lo siento, no es mi intención. Hace unos cuantos días, visité el museo de las relaciones rotas y me di cuenta que todas iniciaron con cierto nivel de emoción y alegría (obvio en cada historia todo era proporcional a su intensidad y manera de vivir) pero conforme avanzabas en la historia, los detalles que iban anunciando el final eran continuos, repetitivos hasta que algo se rompía. Había historias que intentaban darle una oportunidad, pero las fallas salían a flote en algún momento de nuevo y todo se venía abajo. Y las despedidas, el ponerle un alto a esa historia y estar dispuestos a seguir sin esa parte de su vida no sólo se leía, se sentía en el ambiente; una vibra constante a lo largo de los objetos de cada una de las historias era sensible, nostálgica e incluso pesadas en algunos casos. Eso me hace creer y pensar, que la intensidad con la que vives una historia, una parte de tu vida, se quedará impregnada en algún objeto, porque buscamos inconscientemente de prevalecer y no dejar que el tiempo y el olvido se hagan cargo de eso, por muy profunda que sea la lucha y las ganas de seguir.

Pero aquí una situación, ¿qué pasa cuando sabes que esa historia si tiene una fecha de caducidad? Mi siguiente punto fue concebido al leer "Bajo la misma estrella" un libro de John Green. No es por arruinarles el final o incluso la intención de leerlo (por favor háganlo, no se arrepentirán; por supuesto que no les doy detalles del libro), pero esa intensidad se traduce a disfrutar cada momento al máximo, sin importar las limitaciones físicas o mentales. Vida sólo hay una, y a veces es imposible ver el lado bueno dentro de una situación doliente. Y por muy irónico que pueda ser, tienes la oportunidad de vivir y realmente dejarte conmover por circunstancias que en otro plano, no estamos seguros de que podamos hacerlo.

Toda historia tiene un inicio y un final, no importa que tipo de historia sea, con quién, cuándo, dónde ni por qué se dio, pero cada instante hay que disfrutarlo, vivirlo y dejarlo ir en el momento oportuno si termina, para permitirle el tiempo sanar lo que la mente revolvió y el corazón sufrió, para renacer de entre las cenizas y volver a percibir y sentir la luz del sol hasta lo más profundo de tu alma y dejarnos embriagar por un nuevo comienzo que puede ser el único sin final.

mayo 06, 2014

Efectos colaterales

Todos estamos muriendo. Y no es que sea una drámatica, simplemente estoy señalando un hecho, un efecto colateral de haber nacido: morir. Cada día que pasa y que tienes la fortuna o desgracia (todo depende de la perspectiva) de vivir, es una oportunidad o una condena de enfrentarte al hecho de que puedes hacer algo diferente a lo que has venido haciendo, o simplemente reforzar y aferrarte a la rutina que has decidido vivir.

No, calma, no me malinterpretes, es tu vida y tú sabes que haces con ella, lo respeto y lo admiro también. Es sólo que no estás acostumbrado a que te recuerden el hecho de que un día te vas a morir (espero sea de la forma más apacible y menos dolorosa posible, porque tú y yo, todos tenemos derecho de desear y tener una muerte tranquila, sea cual sea tu vida y las decisiones que hayas tomado) porque no es algo que te hayan enseñado. Todos los días hay algo por ahí, en cualquier momento, que te recuerda "vale la pena vivir", "échale ganas", "ya casi alcanzas el objetivo" y creo que eso es un buen motivo para levantarte, además de la familia, los amigos y/o tu pareja, el tiempo que has pasado sin fumar, o sin morderte las uñas o de estar de mal humor; que si estás cambiando de hábitos y estás dejando de tomar como adolescente a tus 35 años o si ya rompiste tu record de estar haciendo ejercicio. Todo es valioso, y en serio, te aplaudo por eso, te respeto y te admiro (si, aunque no te conozca). Pero tómate un momento (ya lo hiciste, me estás leyendo) e imagina que un día, dejarás de respirar, de percibir la vida, el aire (un poco contaminado... ok, contaminado), el agua, el sol, la lluvia, el ruido del tráfico, las olas del mar, el silencio en sí, todo dejará de existir... pero no es precisamente que deje de existir, tú lo harás y formarás parte del ejército que ha dejado esta vida. ¿Le tienes miedo?

Acabo de terminar un libro (al final te diré cuál) que me hizo recordar momento de mi infancia, momentos que viví con mi papá, circunstancias que creí imposibles de superar, y coincido en un punto "Son el dolor, ¿cómo conoceríamos el placer?", sin la enfermedad, no valorarías la salud y por lo tanto no comerías sano y no hubieras superado tu record de ejercicio, y súmale el hecho de que la tendencia actual en el mundo es la salud, el bienestar, el estar bien. Este libro, no sólo me hizo recordar eso, sino que cambió una parte de mi percepción de la vida (no etsamos preparados para enfrentar el hecho de que vamos a morir), y reforzó mi actitud hacia ésta: la vida hay que vivirla con pasión, locura y ansiedad, como si no hubiera un mañana, porque no sabes cuándo será tu "Último Día Bueno". Tanto me gustó el libro, que creo haré mi prefuneral (no, no soy una pesimista, pero seamos sinceros, realmente no estamos seguros que podamos asistir cuando suceda), seguiré saludando a extraños para dibujarles una sonrisa viviendo mi locura sin dudar. Continuaré compartiendo mis sandeces, y seguiré planeando a futuro para volverlo mi presente cuando suceda. Y no es que sea incongruente, y no es que dejé de disfrutar la vida, al contrario, no le temo a la muerte, y mucho menos al olvido. Te invito a que lo aceptes y entiendas la idea, todos en algún punto seremos olvidados, porque aquellos que nos recuerdan, también morirán, y las siguientes generaciones no tendrán el mismo recuerdo que aquellas personas que te conocieron, y así sucesivamente, pero eso no significa que no haya valido la pena tu vida, al contrario, valió la pena, porque fuiste tú quien la vivió. Tu vida, fue tu manera de desgarrarte el alma, matarte días y noches para viajar y tener todo lo que querías, ver a tus hijos y nietos crecer, y aún así, será solamente una fugaz esencia de la vida.

Puedes creer o no en Algo (con A mayúscula) más allá de la vida, en Algo Superior, puedes creer en Dios o no, pero considero importante que realmente tomes consciencia de que un día ya no estarás aquí, y que si tienes un desmadre de finanzas o relaciones personales, las arregles y sanes, porque el tiempo es un regalo y las personas con las que lo compartes, más. Tú y yo hemos cometido errores, porque somos humanos y no somos perfectos, (por más ciencia, medicina e inventos mayores, nuestra especie quiera desarrollar, la naturaleza, la vida es superior a nosotros y todo evoluciona para sanar y seguir), así que acepta ese hecho y de que las arrugas, las canas, la mala condición y el poco aguante a las desveladas es natural, porque ya no tienes 12 ó 5 ó 20 años; aquella juventud se ha esfumado, pero disfruta este presente porque mañana serás más viejo. Parece que te estoy dando una lección de vida, sin siquiera yo tener la mínima experiencia que el más sabio y viejo tiene, y aún así, deseo compartirte esta idea que me ha embriagado la mente y que si se queda guardada, parecería un acto egoísta. Te agradezco tu tiempo (porque hoy en día, parece que cada segundo es una posibilidad de ganar o perder dinero) por haber pasado por aquí y haberme leído, y espero que estas palabras te hayan gustado, y haya logrado hacerte reflexionar un poquito, de que la vida es eso, vida, tiempo y decisiones, momentos fugaces que hay que disfrutar, valorar por lo que son, sin aferrarte a éstos, aceptando así, que cuando llegue el momento (de partir), sea de la mano de la muerte como tu igual y no como una fuerza incontrolable a la que hay que temerle; porque no te han enseñado (ni a mí) a respetar y valorar a la muerte como a la vida, ¿por qué? porque nadie la conoce.

Disfruta tu vida, como un efecto colateral de haber nacido.

El libro es Bajo la misma estrella, de John Green. Muy recomendable.