agosto 03, 2010

Estar... sin estarlo


Poco a poco voy cayendo en la cuenta de que el tiempo no corre en vano y que a pesar de todo lo que nos puede suceder a lo largo del transcurso de éste, hay cosas que simplemente nos hacen sonreír por un recuerdo o nos hacen caer en lágrimas con una mención.

Estando con alguien te puedes acordar de muchas más personas y de ahí pudieran surgir temas que discutir, comentar o defender... que si los niños de ahora son distintos a los que nosotros fuimos, que si algo chistoso le sucedió a ese alguien y quieres revivirlo y que alguien más se ría de eso; pero también sucede que estando sin alguna compañía recuerdas que fechas importantes se están acercando y que de alguna manera puedes vivirlas cómo ya las tenías planeadas o por el contrario, tienes que idear una manera para sobrellevarlas.

Las pérdidas son situaciones en las que podemos o no tener el control y el cómo las enfrentamos está simplemente en nosotros. Pero, ¿qué ocurre, cuando al no tener el control de una pérdida, una fecha relacionada e impactante viene al acecho? Dios santo, es inevitable pensar que en 10 días la primera de muchas fechas que eran importantes, se vuelven temidas, empiezan con recuerdos y ausencias al mismo tiempo. Importantes porque se ganaron el dolor y las alegrías; temidas por el inesperado desenlace de esas 24 horas por venir.

Al estar leyendo un libro, hacen mención al hecho de aferrarse y qué tan "necesario" se hace el demostrarlo, relacionándolo y haciendo contraste con el compromiso. El hecho de no aferrarnos, no denota falta de compromiso, amor, interés; pero como seres humanos se nos complica mucho el distinguir eso, por la educación que nuestros mayores nos han brindado. No digo que esté mal, pero tampoco bien.

Aferrarnos a lo que fue, también puede interpretarse como mantener un compromiso con lo que ya no puede ser... dejen busco las palabras que quiero dejarles... dónde están... aquí están:

"Es, como se dice en el campo, ocuparme de los tomates que la helada arruinó descuidando la lechuga que necesita del sol ahora." (Bucay, 2009)

La fuerza para enfrentar lo que viene con o sin alguien a nuestro lado, también viene de nuestro interior, de la confianza, del respeto, de las ganas que nos tenemos para ser mejores y el cómo queremos lograrlo... La fuerza proviene también de aquellos recuerdos que, buenos y malos, nos han dejado una huella y por lo tanto, forjado lo que somos en el día a día... para lo cual, les comparto una frase que dediqué de un libro que en ese entonces estaba leyendo; hermosas palabras, hermoso sentimiento, increíbles recuerdos, persona incomparable. La frase es:

"Tú fuiste la esperanza de mis días de soledad, la angustia de mis momentos de duda, la certeza de mis instantes de fe." (Coelho, 2006)

Hay que aferrarse al simple compromiso con nosotros mismos de crecer y ser mejores... que nos duela lo que tiene que doler, emocionarnos por las sorpresas, alegrarnos por los momentos de dicha, abrir los ojos y el corazón al nuevo día y despedirnos de la luz del día agradeciendo por haberla vivido.