agosto 06, 2014

Memoria

Tus manos recorren mi cuello, estremeciendo cada centímetro, recorriendo mi silueta con delicadeza, con ternura, con dulzura y es que este cuerpo tuyo lo reconozco con timidez y con lujuría que me cuesta tanto aceptar, pero que guía cada movimiento al tocarte, al sentirte.

Tu respiración invita a mi piel a sentirse viva y tu mirada seduce a mis labios con un inquietante sabor de adicción que inició con un beso prohibido una noche de verano.
Pretendo invitarte a mi vida, que la invadas con tu música y me llenes de tu fuerza mientras me pierdo entre tus brazos, dejándome llevar por tu aroma, por tu andar.

Consciente de una inevitable rendición, siento tus manos acercase a mi pecho y dudar, desviarse a mis piernas hasta el fin del camino con un beso al terminar.

Nos besamos de nuevo, y esta sensación me parece tan familiar y sorprendente, el encaje perfecto, porque entre tus brazos no hay mejor lugar para estar, porque mientras nos besamos, es que reconozco que nos conocemos de memoria, desde aquella primera vez hasta hoy.

No hay comentarios: