mayo 06, 2014

Efectos colaterales

Todos estamos muriendo. Y no es que sea una drámatica, simplemente estoy señalando un hecho, un efecto colateral de haber nacido: morir. Cada día que pasa y que tienes la fortuna o desgracia (todo depende de la perspectiva) de vivir, es una oportunidad o una condena de enfrentarte al hecho de que puedes hacer algo diferente a lo que has venido haciendo, o simplemente reforzar y aferrarte a la rutina que has decidido vivir.

No, calma, no me malinterpretes, es tu vida y tú sabes que haces con ella, lo respeto y lo admiro también. Es sólo que no estás acostumbrado a que te recuerden el hecho de que un día te vas a morir (espero sea de la forma más apacible y menos dolorosa posible, porque tú y yo, todos tenemos derecho de desear y tener una muerte tranquila, sea cual sea tu vida y las decisiones que hayas tomado) porque no es algo que te hayan enseñado. Todos los días hay algo por ahí, en cualquier momento, que te recuerda "vale la pena vivir", "échale ganas", "ya casi alcanzas el objetivo" y creo que eso es un buen motivo para levantarte, además de la familia, los amigos y/o tu pareja, el tiempo que has pasado sin fumar, o sin morderte las uñas o de estar de mal humor; que si estás cambiando de hábitos y estás dejando de tomar como adolescente a tus 35 años o si ya rompiste tu record de estar haciendo ejercicio. Todo es valioso, y en serio, te aplaudo por eso, te respeto y te admiro (si, aunque no te conozca). Pero tómate un momento (ya lo hiciste, me estás leyendo) e imagina que un día, dejarás de respirar, de percibir la vida, el aire (un poco contaminado... ok, contaminado), el agua, el sol, la lluvia, el ruido del tráfico, las olas del mar, el silencio en sí, todo dejará de existir... pero no es precisamente que deje de existir, tú lo harás y formarás parte del ejército que ha dejado esta vida. ¿Le tienes miedo?

Acabo de terminar un libro (al final te diré cuál) que me hizo recordar momento de mi infancia, momentos que viví con mi papá, circunstancias que creí imposibles de superar, y coincido en un punto "Son el dolor, ¿cómo conoceríamos el placer?", sin la enfermedad, no valorarías la salud y por lo tanto no comerías sano y no hubieras superado tu record de ejercicio, y súmale el hecho de que la tendencia actual en el mundo es la salud, el bienestar, el estar bien. Este libro, no sólo me hizo recordar eso, sino que cambió una parte de mi percepción de la vida (no etsamos preparados para enfrentar el hecho de que vamos a morir), y reforzó mi actitud hacia ésta: la vida hay que vivirla con pasión, locura y ansiedad, como si no hubiera un mañana, porque no sabes cuándo será tu "Último Día Bueno". Tanto me gustó el libro, que creo haré mi prefuneral (no, no soy una pesimista, pero seamos sinceros, realmente no estamos seguros que podamos asistir cuando suceda), seguiré saludando a extraños para dibujarles una sonrisa viviendo mi locura sin dudar. Continuaré compartiendo mis sandeces, y seguiré planeando a futuro para volverlo mi presente cuando suceda. Y no es que sea incongruente, y no es que dejé de disfrutar la vida, al contrario, no le temo a la muerte, y mucho menos al olvido. Te invito a que lo aceptes y entiendas la idea, todos en algún punto seremos olvidados, porque aquellos que nos recuerdan, también morirán, y las siguientes generaciones no tendrán el mismo recuerdo que aquellas personas que te conocieron, y así sucesivamente, pero eso no significa que no haya valido la pena tu vida, al contrario, valió la pena, porque fuiste tú quien la vivió. Tu vida, fue tu manera de desgarrarte el alma, matarte días y noches para viajar y tener todo lo que querías, ver a tus hijos y nietos crecer, y aún así, será solamente una fugaz esencia de la vida.

Puedes creer o no en Algo (con A mayúscula) más allá de la vida, en Algo Superior, puedes creer en Dios o no, pero considero importante que realmente tomes consciencia de que un día ya no estarás aquí, y que si tienes un desmadre de finanzas o relaciones personales, las arregles y sanes, porque el tiempo es un regalo y las personas con las que lo compartes, más. Tú y yo hemos cometido errores, porque somos humanos y no somos perfectos, (por más ciencia, medicina e inventos mayores, nuestra especie quiera desarrollar, la naturaleza, la vida es superior a nosotros y todo evoluciona para sanar y seguir), así que acepta ese hecho y de que las arrugas, las canas, la mala condición y el poco aguante a las desveladas es natural, porque ya no tienes 12 ó 5 ó 20 años; aquella juventud se ha esfumado, pero disfruta este presente porque mañana serás más viejo. Parece que te estoy dando una lección de vida, sin siquiera yo tener la mínima experiencia que el más sabio y viejo tiene, y aún así, deseo compartirte esta idea que me ha embriagado la mente y que si se queda guardada, parecería un acto egoísta. Te agradezco tu tiempo (porque hoy en día, parece que cada segundo es una posibilidad de ganar o perder dinero) por haber pasado por aquí y haberme leído, y espero que estas palabras te hayan gustado, y haya logrado hacerte reflexionar un poquito, de que la vida es eso, vida, tiempo y decisiones, momentos fugaces que hay que disfrutar, valorar por lo que son, sin aferrarte a éstos, aceptando así, que cuando llegue el momento (de partir), sea de la mano de la muerte como tu igual y no como una fuerza incontrolable a la que hay que temerle; porque no te han enseñado (ni a mí) a respetar y valorar a la muerte como a la vida, ¿por qué? porque nadie la conoce.

Disfruta tu vida, como un efecto colateral de haber nacido.

El libro es Bajo la misma estrella, de John Green. Muy recomendable.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Es una reflexión muy profunda, creo que la postura de una invitación es la mejor manera de que la gente pueda llegar tomarla para si y vivirla de esa manera, por que "si la vida no es para disfrutarla, entonces ¿para qué vivirla?"

Exnoni dijo...

Quiero empezar por agradecerte el tiempo de reflexión que me proporcionaste con esta entrada, me parece excelente que retomes este espacio y que compartas lo que traigas en mente.

Encontré muy interesante tu definición de la muerte como un efecto colateral de la vida, en lo personal siempre he considerado que la muerte es más una consecuencia de la vida misma.

Muchas veces he reflexionado sobre este tema, tratando de entender o darle valor a lo que voy viviendo o experimentando (soy muy egocéntrico en mis reflexiones), ya se trate de grandes alegrías o tristezas todo adquiere un nuevo sentido y perspectiva cuando tratamos de ubicarnos en el "gran esquema de las cosas".

No sé si te ha pasado, pero en ocasiones llegas a un punto en el que te produce un leve mareo y una ligera jaqueca el tratar de visualizar la inmensidad del universo en el que existimos y lo relativamente insignificantes que somos proporcionalmente hablando, y al tratar de visualizar o comprender nuestra propia pequeñez parecería que afortunadamente nuestras "grandes tristezas" no son tan grandes, y que desafortunadamente nuestras "grandes alegrías" tampoco lo son tanto.

Quizá te parezca una forma un poco pesimista o insípida de asimilar la realidad en la que vivimos (y probablemente estés en lo cierto), sin embargo la diferencia está en que a pesar de reconocer ese diminuto papel que jugamos, dicho rol tiene un gran valor pues es imposible ponerle valor a dichas experiencias, ¿cómo ponerle valor a la satisfacción de haber logrado un propósito difícil de alcanzar, o a las múltiples enseñanzas que nos dejan las grandes penas, o la dicha que provoca el reír junto a las personas que amas?

Creo que, a pesar de todo lo anterior, al final todo se reduce al valor que nosotros mismos le damos a nuestra vida, y solamente de nosotros depende que tan importante o insignificante será, por ejemplo, ¿qué tiene más importancia el que un ilustre desconocido (al menos para nosotros) gane un mundialmente codiciado premio Nobel o que un amigo o el agradecimiento sincero de un amigo al que hemos o nos ha acompañado en algún momento complicado?

Por eso es importante disfrutar el tiempo (sin importar cuanto sea siempre nos parecerá poco), que tengamos vida de la forma que mejor nos plazca, a final de cuentas (como dice un amigo mío) "yo lo único que quiero es que todos seamos felices".