abril 09, 2014

Tiempo

Con mis defectos y mis virtudes, he ido aprendiendo que la vida no es como uno quiere que sea, sino como se va forjado con las decisiones, actitudes, errores y aciertos que vas tomando de acuerdo a la situación que enfrentas.

Estoy consciente de mis errores, de mis malas actitudes, de mi ausencia y de mis malos modos que han lastimado a las personas que me rodean o me rodeaban; he provocado heridas y soy autora de cicatrices que permanecerán. Estoy consciente de la persona loca y llena de alegría que soy, comparto y envío buena vibra porque me consta que la mejor forma de distraerse en muchas ocasiones es la risa, sin embargo, también he sido aquella persona que brinda un hombro en donde llorar, he llorado contigo y te he abrazado, con palabras, con silencio porque era lo mejor que podía hacer.

El tiempo y las personas a mi lado me han enseñado que ofrecer una disculpa no es suficiente, pero es un buen inicio siempre y cuando venga del corazón. No soy perfecta, me equivoco, soy intolerante y solía ser muy rencorosa. Hoy, sigo sin ser perfecta, estoy consciente de mi intolerancia y he aprendido poco a poco a controlarla porque no hay mejor aprendizaje que estar abierta a aceptar tus errores desde la perspectiva herida.

Si eres una de las personas que lastimé, siento mucho haberlo hecho, no supe quedarme callada ni controlar mis malos impulsos; te alejé y dejaste un hueco que será siempre tuyo. Si eres alguien que se encontró con este blog por casualidad, te invito a que, como yo, hagas una retrospectiva de lo que has hecho, bueno y malo, y equilibres lo que está fuera de balance, acerques a tus seres más queridos y les recuerdes lo importantes que son y se los demuestres.

No permitamos que el tiempo sea la lección más grande que tengamos, siendo demasiado tarde para sanar.

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